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IMRE GYÖRE

MIHÁLY LADÁNYI

ANDRÁS SIMOR

ANDRÁS TABÁK


Cuatro poetas húngaros


El libro se realizó con la ayuda
del Patronato del Premio de Escritor Andor Gábor

Redactor de la serie
ANDRÁS SIMOR

Tipografía
ISTVÁN DÓMJÁN

Versiones españolas de

ANGEL AUGIER
FAYAD JAMÍS
YOLANDA ULLOA
ISABEL PÉREZ MONTALBÁN
ANTONIO ORIHUELA

Prólogo de ANDRÁS SIMOR

Ilustraciones de HUBA BÁLVÁNYOS

© Simor András, 2012


”En su contribución al primer número de Monthly Rewiew, allá por 1949, Einstein formuló la pregunta ¿por qué socialismo?, y subrayó enérgicamente en su respuesta «la sociedad humana está pasando por una crisis, su estabilidad se ha visto seriamente quebrantada». Insistió en que los riesgos por enfrentar eran en verdad muy altos en nues­tro orden social globalmente entrelazado porque «no es nada exagerado decir que la humanidad constituye hoy una comunidad planetaria de producción y consumo». Tam­poco quería él menospreciar los problemas que habría que encarar en el futuro. Por el contrario, señaló con lúcido sentido de la responsabilidad que «la realización del so­cialismo requiere de la solución de algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles».Y concluyó su razonamiento con estas palabras: «La claridad acerca de las metas y los problemas del socialismo es de suma importancia en nuestra época de transición».

Desde el tiempo en que esas palabras fueron escritas, hace casi sesenta años, la crisis a la que se refería Einstein se ha vuelto mucho mayor: una auténtica crisis estructu­ral de todo nuestro sistema de reproducción social.”

(István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico)


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Poetas contra corriente

En Hungría surgió a finales de la década de los años 50 una ge­neración o mejor dicho un grupo de poetas y escritores, que aún en condiciones peculiares existe en nuestros días y quienes por su intrépida convicción socialista fueron llamados : ”los de la Danza del fuego”. Así se les llamó y aún se les dice en ocasiones, porque formaron parte de una antología poética publicada hace 53 años cuyo título fue „Danza del fuego” .

Ellos comenzaron su trayectoria como poetas y escritores en el régimen de Kádár, es decir a fines de los años 50. Ese régimen cuyo gobierno se llamó „gobierno obrero-campesino” los consideró ya en 1959 como poetas y escritores molestos e incontrolables, y después del cataclismo de 1956 al reorganizarse la Unión de los Escritores Húngaros , no aparecieron en la lista que prepararon los responsables del Centro del Partido para formar parte de la membresía de la Unión de Escritores.

¿No es asombroso? Más si tenemos en cuenta que estos poetas respondieron al desafío de la época con una visión moderna sobre el socialismo. Pues no, vamos a ver lo ocurrido. Desde los años 60 los poetas destacados de la antología Danza del fuego, como Mihály Ladányi, Imre Györe y otros fueron considerados por la política cultural del régimen de Kádár como una oposición de izquierda, llamándolos maoistas o guevaristas, y los pusieron en la categoría „tolerables” aislándolos de diversos modos.

Después de la publicación de la Danza del fuego los poetas parti­cipantes tenían que esperar 30 años para sacar a la luz su segunda antología: la segunda Danza del fuego se publicó en 1988. Pero vale la pena abrir un paréntesis. (En la segunda Danza del fuego aparecen ocho poetas nuevos que se asociaron a los de la primera Danza del fuego, así en la nueva antología se cuentan veinticinco poetas. Y a lo largo de esos 30 años estos poetas publicaron 293 libros en diferentes géneros: libros de poesía, prosa, ensayo, reportaje etc.)

Regresemos al año 1958, cuando se publicó la primera Danza del fuego, antología de poetas jóvenes, y al hecho de que unos meses después de la primera edición salía la segunda, cosa que pocas veces pasa en las antologías poéticas.

Abramos el libro viejo.

”Para nosotros fue una tarea evidente demostrar –contra varias objeciones- que existe, y existió en 1957, también en nuestra patria un coro de poetas que por su carácter sano y natural no retrocedió espantado de la política, de las grandes cuestiones sociales, de la historia caída sobre ellos, no se huía al aislamiento resignado porque su convicción no se construía en ilusiones, sino en una visión socialista que pudo aguantar los derrumbamientos mayores y menores”- escribió Katalin Imre, en su prólogo, y luego citó tres versos de un poema mío, escrito a mis 19 años:

Briznas de pajas
buscan los que se hunden.
Riendas de tempestades aprietan los valientes.

Con cierto temor abrí la antología, en que empecé mi carrera de poeta, para leer el prólogo de Katalin Imre quien protestando contra la opereta del cambio de sistema se suicidó en octubre de 1989. Un prólogo escrito más de medio siglo antes. Demasiado tiempo. El poeta Gábor Garai, del cual un poema dio título a la antología, habló de cuatro mil millones de habitantes de la Tierra, y hoy estamos llegando a siete mil millones, mientras tanto, como el mismo poeta dice ”el hambre impone su universal imperio”.

Citemos de su poema Hambre:

De las ubres de esta tierra-madre
hoy unos sesenta
entre cien hombres, cada día
jamás pueden nutrirse hasta saciarse.

                  (Versión de Ángel Augier)

Leyendo el prólogo de la antología perdí el temor. Sus palabras siguen siendo actuales:

”Estos poetas con sus poemas quieren participar en la transfor­mación de la realidad. Y miran las cuestiones de la transformación de la realidad, desde el punto de vista de la clase obrera, y con sus intereses se comprometen. Este es el rasgo característico de su modernidad. En el avance del socialismo ven la única solución a los problemas del mundo.”

¿De dónde llega este mensaje? ¿Desde Marte? ¿Por qué lo considero actual después de dos décadas de la restauración del capitalismo en mi patria?

Trataré de responder a esta pregunta en mi ensayo.

Pero antes veamos otro aspecto de la cuestión. La Danza del fuego significó una ruptura con el esquematismo que lamentablemente caracterizó nuestra poesía en los primeros años 50. En la segunda mitad de los años 50 llegó a ser realmente conocida la obra de Bertolt Brecht, el muralismo mejicano, en 1957 se publicó la pri­mera antología importante de la obra de Federico García Lorca de quien en 1937 escribió nuestro gran poeta-mártir, Miklós Radnóti, asesinado por los fascistas húngaros en 1944:

Porque te amaba España
por decirse tus versos los amantes…
cuando vinieron qué más pudieron hacer,
eras poeta… te mataron
ellos.
ahora el pueblo sin ti batallas libra,
¡ay, Federico García!

                  (Versión de Javier Pérez Bazo)

La Enciclopedia de la Literatura Húngara reconoce: ”La Danza del fuego con sus elementos estilísticos vanguardistas y con su voz revolucionaria hizo un intento para renovar la poesía socialista desprestigiada.”

Imre Györe varias veces evoca la figura de Bertolt Brecht. Trece años después del cambio de sistema escribe:

Hace poco reflexioné:
¿qué aconsejaría Bert Brecht
si viviera y marchara acá
una mañana por azar?

Seguro, con ojos abiertos
miraría la chimenea
de la fábrica aquella:
cae desobediente al suelo
así cuando la estallan.

Le diría bastante
la huella de la estrella
que se ve abatida
en aquella fachada.

Con interés se inclinaría
hacia el rincón de la escalera
donde en el cubo de basura
hay un ser parecido al hombre
que masca cortezas de pan.

Se admiraría viendo:
a los que está mirando
con los ojos vacíos
lo están mirando a él.

Pienso que observando todo esto
y comprendiendo lo que vio,
si Bert Brecht anduviera acá
nada aconsejaría.

Pero detendría a cualquiera,
por ejemplo a mí mismo,
lo prensaría entre sus dientes:

De la nueva derrota
tampoco hoy se desprende:
no hay que seguir la lucha.
¿No hay quien les diga a ellos?

            (La pregunta, versión de Isabel Pérez Montalbán)

Encontramos nuestro ejemplo a seguir en la obra de Attila József, quien se dio cuenta ”con absoluta claridad de que tan solo la transformación social más radical, que instituye un verdadero cambio epocal, podría ofrecer una salida para la peligrosa secesión de crisis que caracterizó al siglo XX en su totalidad”. [1]

Katalin Imre cita los versos de Attila József en el prólogo de la antología, en este texto varias veces rememorada: ”Tartamudea la existencia. / Sólo la ley es un claro discurso.”

Cinco años después, en 1963 trabajé en Cuba con el poeta cubano Fayad Jamís para ofrecer una muestra de la obra de Attila József en español.

Para Fayad Jamís traducir a Attila József era igual que escribir su propia poesía. Leyendo los poemas de Los puentes conocemos al Robinson Crusoe de París, al vagabundo del alba, al compañe­ro del mendigo y del albañil que vivió de tal modo, en 1956, en aquella ”terrible hermosa grande ciudad que se llama París” como treinta años atrás había vivido Attila József. Hay gran similitud entre sus voces. Anarquismo e ideas revolucionarias, surrealismo y expresionismo, influencia de Rimbaud y Apollinaire surgen casi del mismo modo en los poemas de Attila József de No soy yo quien grita y de Fayad Jamís de Los puentes. Por eso el Robinson Crusoe de París descubrió en versiones francesas la poesía de Attila József y empezó a traducirla, tarea que realizó luego con la ayuda de varios hispanistas húngaros.

Fayad Jamís tradujo fielmente a Attila József, pero, sin desechar los consejos y explicaciones de sus colaboradores húngaros, se dejó llevar por la propia corriente de su voz, y realizó una parte de las versiones en verso libre. Para Fayad Jamís Attila József fue un poeta contemporáneo, como si fuera miembro de su generación, compa­ñero poeta del salvadoreño Roque Dalton o del guatemalteco Otto René Castillo, o del venezolano Víctor Valera Mora. Y sobre todo hermano del gran peruano, César Vallejo.

Los grandes poetas revolucionarios expresan la disonancia de su época. No conocen el falso optimismo obligatorio. Vallejo pide lo imposible, la solidaridad universal para España. El com­batiente muerto se echa a andar cuando todos los hombres de la tierra le rodean con un ruego común. La soledad también puede ser revolucionaria. Ernesto Che Guevara terminando su libro en Congo cita las palabras de Vallejo: ”Jamás como hoy, me he vuel­to, con todo mi camino, a verme solo.” El poeta precursor de la Revolución Bolivariana, Víctor Valera Mora habla del martillo de los utópicos diciendo:

El socialismo no existe
pero de que vuela vuela
El capitalismo sí
y hay que matarlo.

Juan Gelman imagina al poeta checo, Jirí Wolker, a nuestro Attila József y a sí mismo en una barricada latinoamericana.

jiří wolker attila józsef yo
seríamos tres amigos perfectos
jiří hablaba de praga
de los ojos del fogonero ciego admirándonos aún
józsef cantaba a la flora y ala revolución



esto acaba entonces como siempre quisimos
en una barricada
jiří józsef y yo silbando finalmente
entregaban sus huesos sus nunca poderosos
jiří cayó en un hospital
józsefse tiró bajo un tren
mi dios qué bellos éramos
silbando finalmente

(amigos)

Con razón cito el poema del gran poeta argentino, Juan Gelman. América Latina significó –y en nuestros días también significa- para nosotros la esperanza que puede existir otro mundo, no solamente el mundo de desviaciones del planteamiento de Karl Marx. Yo escribí en Cuba:

La culebra del ron sube en la pajita
pájaros pintados tiemblan en las ramas dibujadas sobre los ladrillos
la noche es una cantante enronquecida
en vez de pelo en la cabeza lleva un pequeño rascacielos
aquí están sentados revolucionarios y putas
delante de los cantantes se balancean los micrófonos
aquí puedes escuchar las canciones del siglo
el cuerpo de los amantes es una palma extraña
casi no se mueve al ritmo de la rumba
Bar al Futuro
aquí estoy sentado tamborileo una rara canción sobre la mesa
hoy por la noche pienso de nuevo en mi patria
guardo el sabor amargo de Tom Collins en mi lengua
¿a quién le canto yo?
pobre diablo
entre mis compatriotas
ellos viven en una paz saborizada de leche y no se emborrachan de la revolución
la muchacha mejicana me habla de la lucha de su patria
vino a Cuba y esta isla es hoy la patria de nosotros
en el vaso nada un hielo
empujo el pedacito de limón
también se empiezan a ir los últimos borrachos
las mujeres se quitan los zapatos sus talones crujen sobre las piedras
los músicos de la noche tocan el último número
por la esquina viene un miliciano
un camión cargado de rumores
en el café alguien empieza a silbar alegremente
(un día compraré el disco de esta marcha para mí)
qué magos robaron los milagros del siglo de mi patria
los pájaros de las canciones temen aún volar
llevo a casa la canción de Cuba
por ella escuché la noche
esta canción es oro filtrado de la arena de una época extraña

                                                            (Elegía en ¡a noche, versión de Yolanda Ulloa)

Ladányi escribió en Budapest:

Como un loco lavador de oro
      me hundí en las ciudades,
cribaba el fango y los amores
      de las noches.
Vivía como podía ser,
      este método no es más tonto
que si caminara lentamente los años
      detrás de mis intenciones.
Hubiera sido más fácil caerme
      en una batalla acentuada,
pero en todas partes me pesaban
      manos pacíficas en mis hombros.
Esta época rara como una señorita
      se mostró a mis ojos
      – para que la admirara y cantara –,
      pero no me permitió entrar en su cama.
Mas yo no vine a acechar el milagro,
      yo vine a hacer los milagros.
(Señor redactor, ¿necesita el periódico
      aún milagros?
      o ¿es mejor que yo escriba
      en un soneto bien fabricado
      la proyección suave y lírica
      de mis extravíos?)

Caminante,
que tarareando
estás caminando por la noche
del escaparate al escaparate,
saciado y contentamente
recuerdas al muchacho emocionado
      soñando con aventuras
que ahora meditara en tu lugar
      vagabundeando con hambre
que huye de su casa
      para ir a Cuba como voluntario.

Caminante,
¿por qué es que
marchas ardientes
como corazones febriles
no nacen?

(¿Yesta elegía meditativa
me la escribo a mí mismo
acodándome sobre la mesa de la cocina
yo, cohibido de intenciones
como un loco lavador de oro
me hundí en las ciudades
en el principio de mi juventud feroz?)

(Meditando, versión de Isabel Pérez Montalbán)

En aquel entonces no conocíamos aún las palabras y escritos del Ernesto Che Guevara, publicados en 2006 en la Habana, Apuntes críticos a la economía política. [2]

Después del desmoronamiento de la Unión Soviética Fidel Castro en una entrevista, en 1992, dijo: ”Pienso que el Che tuvo una visión de profeta cuando en épocas tan tempranas como en los primeros años de la década del 60, ya fue capaz de ver todos los inconvenientes, todas las consecuencias que podía tener el método que se estaba utilizando en la construcción del socialismo en Europa del Este” [3]

Vale la pena citar las palabras del Che Guevara también, de su carta que envió a Fidel Castro en abril de 1965:

”Marx establecía dos períodos para llegar al comunismo, el período de transición, también llamado socialismo o primer pe­ríodo del comunismo, y el comunismo o comunismo plenamente desarrollado. Partía de la idea que el capitalismo en su conjunto se vería abocado a una ruptura total después de alcanzar un de­sarrollo en el cual las fuerzas productivas chocarían con las rela­ciones de producción, etc. y entrevio ese primer período llamado socialista al que no dedicó mucho tiempo, pero en la Crítica del Programa de Gotha, lo describe como un sistema donde ya están suprimidas una serie de categorías mercantiles, producto de que la sociedad completamente desarrollada ha pasado a la nueva etapa. Después viene Lenin, su teoría del desarrollo desigual, su teoría del eslabón más débil y la realización de esa teoría en la Unión Soviética y con ello se implanta un nuevo período no previsto por Marx. Primer período de transición o período de la construcción de la sociedad socialista, que se transforma después en sociedad socialista para pasar a ser la sociedad comunista en definitiva. Este primer período, los soviéticos y los checos pretenden haberlo superado; creo que objetivamente no es así, desde el momento en que todavía existen una serie de propiedades privadas en la Unión Soviética y, por supuesto, en Checoslovaquia. Pero lo importante no es esto sino que la economía política de todo este período no se ha creado y, por tanto, estudiado. Después de muchos años de desarrollo de su economía en una dirección dada, convirtieron una serie de hechos palpables de realidad soviética en presuntas leyes que rigen la vida de la sociedad socialista, creo que aquí es donde está uno de los errores más importantes. Pero el más impor­tante, en mi concepto, se establece en el momento en que Lenin, presionado por el inmenso cúmulo de peligros y de dificultades que se cernían sobre la Unión Soviética, el fracaso de una política económica, sumamente difícil de llevar por otro lado, vuelve sobre sí y establece la NEP dando entrada nuevamente a viejas relaciones de producción capitalista.”

Y sigue:

”El hecho real es que todo el andamiaje jurídico económico de la sociedad soviética actual parte de la Nueva Política Económica; en esta se mantienen las viejas relaciones capitalistas, se mantienen las viejas categorías del capitalismo, es decir, existe la mercancía, existe, en cierta manera, la ganancia, el interés que cobran los bancos y, naturalmente, existe el interés material directo de los trabajadores. En mi concepto todo este andamiaje pertenece a los que podríamos llamar, como ya he dicho, un capitalismo premono­polista. Todavía las técnicas de dirección y las concentraciones de capitales no eran en la Rusia zarista tan grandes como para haber permitido el desarrollo de los grandes trusts. Estaban en la época de fábricas aisladas, unidades independientes, cosa prácticamente imposible de encontrar en la industria norteamericana de hoy día, por ejemplo. Es decir, hoy, en los Estados Unidos, solamente hay tres firmas que producen automóviles: la Ford, la General Motors y el conjunto de todas las pequeñas empresas –pequeñas para el carácter de los Estados Unidos- que se unieron entre sí para tratar de sobrevivir. Nada de eso sucedía en la Rusia de aquella época, pero ¿cuál es el defecto fundamental de todo el sistema? Que limita la posibilidad del desarrollo mediante la competencia capitalista pero no liquida sus categorías ni implanta nuevas categorías de un carácter más elevado. El interés material individual era el arma capitalista por excelencia y hoy se pretende elevar a la categoría de palanca de desarrollo, pero no se admite la explotación. En estas condiciones, el hombre no desarrolla todas sus fabulosas posibi­lidades productivas, ni se desarrolla él mismo como constructor de la sociedad nueva” [4]

Y si el hombre no se desarrolla como constructor consciente de la sociedad nueva ¿quiénes la van a construir? ¿La nueva élite y los obreros convertidos en apolíticos pequeños burgueses? Tenemos muchas preguntas, y pocas respuestas, pero nuestra voz se volvió muy crítica ya en los primeros años del régimen de Kádár.

Cito las palabras de Mihály Ladányi que escribió en los años 60 cuando falleció elgran escritor húngaro, Kálmán Sándor, que regresó de Dachau en 1946:

Nuestros hijos andan con muchachas jóvenes,
      pero algunas veces,
cuando tienen problemas,
      buscan a alguien
      en quien apoyarse.
Pero solo se les ocurre Fulano
      que siempre seguía la moda,
      y nunca dijo no.
Y se les ocurre Zutano que se vendía
      tantas veces y a tantos como podía,
y Mengano que era de la opinión
      que solamente la opinión oficial
      es la única que se debe aceptar,
y el amigo de Mengano que estimó solo
      lo que se podía comer o beber.

Es por la tarde,
y en el periódico
hay un nombre
cuadrado en marco negro
entre las fotos de moda de otoño.

Pues,
      los viejos
así se van delante de nuestros ojos,
      así, sin despedirse
de nadie.

(Viejos, versión de Antonio Orihuela)

Utilizando la voz de la poesía popular húngara, Imre Györe expresa el mismo dolor partiendo de las palabras de Jeremías: ”Muchos pastores han arruinado mi viña, han hollado mi heredad, han hecho de mi hermosa heredad un desierto desolado.”

Alguien está en mi viña,
su cara está escondida,
su rostro cubrió con lo oscuro,
de la negra mora su jugo.

Bajo su paso la rama chasca queda,
en las zarzas no se enreda,
los sarmientos de mi viña arranca,
las dulces bayas pisa.

Miro y no veo a nadie,
no hay quien me ayude,
mis sarmientos frescos destruye,
mi fértil tierra arrolla.

Viene la lluvia: borra mi tierra,
la lleva al llano,
del páramo la pone al lado,
al pie de los arbustos arrojada.

En lugar del tesoro
de mis padres heredado
las piedras crecen,
se rompen, se rozan, se desgastan,
y en el horno del sol resplandecen.

(Poema, de la ruina de mi heredad, versión de Antonio Orihuela)

En este dolor vive la voz de nuestro gran poeta, Endre Ady:

Son más salobres las lágrimas
y distintos los dolores.
Mil veces son redentores
los húngaros redentores.

Perecen hasta mil veces
y la cruz está agotada,
pues no han podido hacer nada,
oh, no han podido hacer nada.

(Los redentores húngaros, versión de David Chericián)

Nosotros nos hemos dado cuenta de los inconvenientes durante el período de la transición, y vimos en ellos el peligro de la posible restauración del capitalismo, consecuen­cias fatales del nacimiento de una nueva burguesía, de una élite anti­socialista, problemas que llevaron a nuestro país en 1989 al cambio de sistema, a la restau­ración burguesa de la sociedad.

Criticando la desorientación, nuestra voz se volvió grotesca:


Yo no alcancé muchas cosas
Al fin y al cabo soy un don nadie
Yo dejo poemas detrás de mí
Corre esta vida confusa
Hasta cuándo se meten conmigo unos funcionarios

¿Tú qué alcanzaste?
¿Qué eres tú?
¿Tú qué?
¿La tuya no?
Por ejemplo tú.

                        (Mihály Ladányi: Paralelos, versión de Isabel Pérez Montalbán)

Yo escribí antes del cambio de sistema:

¡Prometeo insensato!
Antes hubiera que tirar
al buitre
y sólo después
penar por el fuego.

(Prometeo, versión de Yolanda Ulloa)

Lajos Simon escribió:

Un bruto me adelantó,
hago un ademán, que vaya éste,
luego otro me adelantó,
pienso: lo soporto.
Viene a toda prisa el tercero,
corra si es tan urgente para él,
me arrastra atrás el cuarto,
y ni me pide perdón.
Al fin de la profundidad de leyendas
mi ser quinto gritó,
así resbaló lentamente, poco
a poco de bajo de mis padres la tierra.

      (Biografía, versión de Yolanda Ulloa)

La demagogia de los últimos veinte años, sobre todo en los paí­ses de Europa del Este, habla del derrumbamiento del socialismo y del comunismo preparando un ambiente anticomunista, en que todo el mundo se olvida que el comunismo no había existido en ninguna parte de la Tierra, y el socialismo tampoco, solamente una orientación hacia el socialismo, una sociedad de transición. La sátira de András Tabák –quien después de haber escrito varias novelas y libros de cuentos importantes, en 1991 probando su talento en otro género empezó a escribir poesía, y desde entonces ha publicado seis libros de poemas- es una respuesta cortante contra esta demagogia:

Según la reciente resolución
del parlamento checo
que considera
que la propagación
de los principios comunistas
es un crimen
de derecho común
ordenamos
inmediatamente y con efecto retroactivo
el arresto de
el escritor Jaroslav Hašek
el poeta Jiří Wolker
el escritor Egon Erwin Kisch
el poeta Konstantin Biebl
la escritora Marie Majerová
el poeta Stanislav Kostka Neumann
el escritor Ivan Olbracht
el poeta Vítežslav Nezval
el esteta Zdeněk Nejedlý
el poeta Josef Hora
la escritora Marié Pujmanová
el poeta František Halas
el director Emil František Burián
el poeta Vilém Závada
el escritor Vladislav Vančura
el poeta Jaroslav Seifert
el escritor Julias Fučik
porque
durante toda su vida
o
en cierto período
de su vida
podrían ser considerados
sospechosos
de cometer conscientemente
los crímenes arriba
mencionados

                  firmado
                  Jefatura Central de Policía
                  Praga

      (Orden de prisión, versión de Antonio Orihuela)

En 1987 hemos podido alcanzar a ver la publicación de un almanaque titulado Fin del Milenio. Lo redactaron el poeta Ferenc Baranyi, András Tabák y yo. El Fin del Milenio fue publicado por la editorial Zrínyi, durante tres años, y lo pudimos transformar en mayo de 1991 en una revista literaria, artística y del pensamiento político, desde entonces lo publica una fundación independiente. Su primer redactor jefe fue Ferenc Baranyi, desde junio de 1992 soy yo.

En su primer número Ferenc Baranyi escribió:

”Vivir como escritor –es decir: declarar la guerra a toda perfidia, hacer más consecuentes los gestos humanos en el mundo, instigar para aguar la fiesta en el momento de las fiestas estridentes- ésta es la verdadera dignidad, porque hay situaciones en las cuales el escritor debe hacer más que escribir: debe ser ejemplo para la humanidad, dar forma a la valentía.”

En diciembre de 1998 en Fin del Milenio hemos publicado un número conmemorativo de la Danza del fuego. Ferenc Baranyi escribiendo de otro poeta de la Danza del fuego, Mihály Váci, fa­llecido en 1970, con un intraducibie juego de palabras expresó la diferencia entre un poeta comprometido y un poeta oportunista. En húngaro comprometido se dice: elkötelezett, agradecido se dice: lekötelezett, la pequeña diferencia del prefijo verbal: el, le le da al adjetivo dos actitudes completamente diferentes. Váci fue un poeta elkötelezett=comprometido, y no lekötelezett=agradecido, es decir agradecido al poder. Nosotros no tuvimos que agradecer nada al régimen de Kádár.

Es una situación grotesca que los poetas comprometidos al socialismo solamente después del cambio de sistema tuvieran la posibilidad de publicar una revista literaria, taller de la auténtica izquierda húngara.

András Tabák escribe del pasado, es decir del régimen de Kádár, y del presente, expresando la grotesca situación:

Regañas sobre el mundo pasado, de la época de Kádár
no poseo hasta ahora ninguna buena palabra aunque tenga que ver que fue mejor.
Pero haces incorrecta la pregunta de que aquél era mejor o lo es éste.
Hazla correctamente: ¿ aquél fue peor o lo es éste?
Y sin vacilación puedo replicar de inmediato: éste es peor.
¡Pues debes saber! Que lo que ahora está, nació de ayer.

                                                      (A una crítica de parentesco, versión de Yolanda Ulloa)

Veintidós años después de la segunda Danza del fuego hemos po­dido publicar la tercera, titulada Mensaje desde el Golgota, con once poetas nuevos que, después de 1991, se asociaron con nosotros, es decir con los poetas que se opusieron al oportunismo soviético desde Jrushchov hasta Gorbachov lo que llevó a la Unión Soviética a su Thermidor.

Y ahora cumpliendo mi promesa respondo ¿por qué me parece tan actual el prólogo de una antología publicada 53 años antes?

Primero cito las palabras de István Mészáros, de su libro El desafío y la carga del tiempo histórico (El socialismo en el Siglo XXI):

”En su contribución al primer número de Monthly Review, allá por 1949, Einstein formuló la pregunta ¿por qué socialismo?, y subrayó enérgicamente en su respuesta «la sociedad humana está pasando por una crisis, su estabilidad se ha visto seriamente que­brantada». Insistió en que los riesgos por enfrentar eran en verdad muy altos en nuestro orden social globalmente entrelazado porque «no es nada exagerado decir que la humanidad constituye hoy una comunidad planetaria de producción y consumo». Tampoco quería él menospreciar los prob­lemas que habría que encarar en el futuro. Por el contrario, señaló con lúcido sentido de la responsa­bilidad que «la realización del socialismo requiere de la solución de algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles».Y concluyó su razona­miento con estas palabras: «La claridad acerca de las metas y los problemas del socialismo es de suma importancia en nuestra época de transición».

Desde el tiempo en que esas palabras fueron escritas, hace casi sesenta años, la crisis a la que se refería Einstein se ha vuelto mucho mayor: una auténtica crisis estructural de todo nuestro sistema de reproducción social(…)

Así, más que nunca antes, nuestra época de transición necesita hallarles una solución históricamente viable a sus contradicciones y sus confrontaciones devastadoras, a fin de remediar su estabilidad gravemente quebrantada por los antagonismos que originaron dos asoladoras guerras mundiales en el siglo XX y presagian la total destrucción de la humanidad si se llega a dar una tercera. Tan solo los defensores del orden establecido más incondicionales podrían sostener que todo puede seguir marchando indefinidamente como hemos visto hasta ahora. Por lo tanto, ante la crisis estructural cada vez más honda del orden metabólico social del capital, la pregunta de ¿por qué el socialismo? puede –y debe- ser formulada de nuevo

¿Por qué el socialismo entonces? En primer lugar porque el capital es por propia naturaleza incapaz de abordar los peligrosos problemas de su crisis estructural. El sistema del capital tiene un carácter eminentemente –e incluso únicamente- histórico. Sin em­bargo, sus personificaciones se niegan a admitirlo, con la intención de eternizar el dominio de su modo de control socioreproductivo, a pesar de los peligros ya demasiado obvios incluso respecto a la propia supervivencia humana.(…)

Nadie debería hacerse la ilusión de que, bajo las condiciones agravantes de la crisis estructural del orden establecido, el capital pudiese asumir una actitud diferente respecto al impacto humano de su implacable autofirmación. El hecho lamentable es que, sin importar todas las promesas autojustificativas, hasta el presente el capital no ha podido satisfacer ni siquiera los requerimientos más elementales de la inmensa mayoría de la humanidad. Por consiguiente, el gran desafío para el futuro es cómo superar de una manera positiva las determinaciones sistemáticas del capital, que siempre le han impuesto a la sociedad su tendencia auto­expan­sionista adversial sin consideración alguna por las consecuencias humanas. Es por eso que el socialismo está en la agenda histórica como alternativa radical al dominio del capital sobre la sociedad.” [5]

Traduciendo todo eso a la poesía András Tabák dice:

Ahora hay que ser puente,
puente entre dos orillas,
puente pudriéndose,
puente desplomándose.
Llevar abatido
el pensamiento,
arqueándose
sobre la nada,
del anteayer
al pasado mañana.

(Ahora hay que ser puente, versión de Antonio Orihuela)

Nuestro no a la desorientación después de 1989 se convirtió en un no a la restauración burguesa. Los señores de hoy quieren que Hungría se vuelva otra vez el país de los tres millones de mendigos como era entre las dos guerras mun­diales. Amenaza el neofascismo.

Ya en 1996 Imre Györe llamó la atención a estos fenómenos alarmantes:

”…en las condiciones actuales ¿ por qué solamente la pequeña burguesía encontró su representación política? ¿Varias capas, varios grupos sociales por qué no?

Y ¿qué pasa con este grupo que provino de muchos sectores de la sociedad, mientras los «líderes» hablan según su gusto? ¿Se da cuenta que no puede convertirse ni en gran ni en media burguesía, sino que la economía de mercado en cualquier momento puede descender a la nada? ¿Y qué pasa si los caídos en el pánico con una afluencia herida pisan por la democracia aún no muy fuerte, que en reflejos de autodefensa es débil?(…)

Y vendrán los «jóvenes» con su himno fascista, con su saludo fascista, sus símbolos… sus intenciones son claras, alarmantes, inquietantes. Los veo marchar por encima de mis derechos hu­manos ” [6].

Es doloroso ver que nuestro país puede tomar un camino que lo que lleva al pasado trágico.

Attila József escribió en octubre de 1937:

”El poeta crea y esto significa que cambia el mundo, el mundo humano, la humanidad, con la ayuda de aquellos, quienes por la división social del trabajo, se ocupan de otras cosas y toman parte en la actividad del poeta de tal modo que reciben su obra con cariño. Porque la obra no vive tanto por el poeta sino por aquellos quienes aman el arte y lo aman porque buscan la humanidad. Tal vez en los oídos de muchos suena «untuoso» lo que escribo. Dejémoslos – detrás de su cinismo, se oculta el miedo cómplice de la fuerza brutal, de la violencia, o la confianza puesta en ella. Nosotros, poetas de hoy, no podemos hacer otra cosa que expresar nuestras alegrías y tristezas por una parte, y por otra nos expo­nemos por la libertad en todas sus formas y en todos los lugares, donde con los lemas del bienestar económico y con las armas, los eternos enemigos de los poetas intentan aplastar hasta en el alma de las «masas», sus demandas humanas más justas de libertad y de aspiración hacia la libertad.” [7]

Otra vez tenemos que exponernos por la libertad en todas sus formas, porque nos azuzan nuevas ideas-hienas.

¿Dónde está la fuerza que defiende a los pobres, a los desalo­jados?

¿Dónde están nuestros sueños con los cuales empezamos a escribir poemas hace más de medio siglo?

Attila József escribió en 1928:

Sobre las aguas frescas, entre pinos,
nadando están los prados y caminos.
Ay, ay, ay, ay,
nadando están los prados y caminos.

Patatas, tenedor: esto tenemos.
Sobre nuestras basuras moriremos.
Ay, ay, ay, ay,
sobre nuestras basuras moriremos.

¿Por qué, mi amor, refunfuñas así?
Yo pienso en una blusa sobre ti.
Ay, ay, ay, ay,
yo pienso en una blusa sobre ti.

Solo, pero sin luto, habrá vivido
aquel por quien vigila su partido.
Ay, ay, ay, ay,
aquel por quien vigila su partido.

(Canción para tararear, versión de Fayad Jamís)

¿Dónde está el partido de Attila József?

Cuando subo al tranvía veo viejos indigentes que viven en la calle y mueren en el invierno, mendigando. Para terminar cito mi poema sobre ellos:

Dios subió al tranvía.
Tenía barba blanca y comía pan.
Tenía suciedad negra debajo de las uñas.
La gente se alejaba, para que no le rozara.
¿Qué quiere aquí este Dios maloliente?
Yo también desvié la mirada por mi turbación.

(Cuadro de Chagall de 2009, versión de Isabel Pérez Montalbán)

András Simor




JEGYZETEK

[1] István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico [vissza]

[2] Editorial de Ciencias Sociales), La Habana, 2006 [vissza]

[3] Tomas Borge: Un grano del maíz [vissza]

[4] Ernesto Che Guevara: apuntes críticos de la ECONOMÍA POLITICA [vissza]

[5] Mészáros István: Capítulo 10: ¿Por qué socialismo? [vissza]

[6] Imre Györe: Mis derechos humanos, después de la fiesta, El Diario de la tarde, 2/9/1996 [vissza]

[7] Attila József: Las tareas del poeta de hoy [vissza]

Imre Györe

Cuando se maduren las frutas…

Cuando se maduren las frutas,
no habrá ya quien las recolecte,

cuando el manantial se haga río,
no habrá ya quien viaje por barco.

cuando en nuestra casa haya techo,
no habrá ya quien la abra con llave.

cuando a las palabras den forma,
no habrá ya ni quien las comprenda,

cuando el tiempo del pesaje,
no habrá ya quien pese, no habra balanza.

                        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Así sea

Digo: sí, así sea,
que mi puño suave piedra sea,
que mi dedo amonestador cuchillo sea.

Digo: sí, así sea
que mi costilla fuelle sea,
que su soplo tempestad sea.

Digo: sí, así sea,
que mi labio cuna de hierro sea,
que en su seno fuego fundido tenga.

Digo: sí, así sea,
que yo un muerto sea
que más vivo que el vivo sea.

                Versión de Isabel Pérez Montalbán

Pájaro

Vi un pájaro
sin alas volar bajo el cielo,
sin alas voló, guardó silenció,
y en su pico se llevó el sol.

                Versión de Yolanda Ulloa

Te mantengo

Te mantengo como ramo
tierno mantiene la mitad del cielo,
te escondo como un ojo
esconde la luz por la noche,
te gesto como la mujer embarazada
gesta a su embrión
y por más tiempo aún
aunque mañana te me mueras,
porque aunque tu pie es fuerte,
tu corazón no aguanta más.

                Versión de Antonio Orihuela

Festivo con modalidades

Lo festejo como quiero.

Si me gusta,
acaricio las espinas enmarañadas
de la revolución,
porque son más suaves que la seda
y no me sangran la palma
los bayonetas, los cañones de fusil.

Si me gusta,
fundo mis ojos
y formo con ellos una estrella roja
y pongo en el pecho
mi condecoración lograda.

Si me gusta,
aúllo como el animal que perdió a su madre
y no lo esconden los campos abiertos,
o amordazo con el puño huesudo la boca.

Es mi día, antes que nada.

                        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Consuelo

Escupen al agua,
el agua sigue fluyendo,
escupen a la tierra,
no se marchita la flor.

Versión de Antonio Orihuela

Poema, de la ruina de mi heredad

                Muchos pastores han arrumado mi viña,
                han hollado mi heredad, han hecho de mi
                hermosa heredad un desierto desolado.
                                                (El libro de Jeremías, 12)


Alguién está en mi viña,
su cara está escondida,
su rostro cubrió con lo oscuro,
de la negra mora su jugo.

Bajo su paso la rama chasca queda,
en las zarzas no se enreda,
los sarmientos de mi viña arranca,
las dulces bayas pisa.

Miro y no veo a nadie,
no hay quien me ayude,
mis sarmientos frescos destruye,
mi fértil tierra arrolla.

Viene la lluvia: borra mi tierra,
la lleva al llano,
del páramo la pone al lado,
al pie de los arbustos arrojada.

En lugar del tesoro
de mis padres heredado
las piedras crecen,
se rompen, se rozan, se desgastan,
y en el horno del sol resplandecen.

                                Versión de Antonio Orihuela

Aún hay una señal

Aún hay una señal,
y nos llama largamente.
No es pasado, pero es recuerdo,
tal vez seré yo mismo.

Lo olvidaría todo
si fuera fácil.
Sería un bote vacilante
remando hacia la orilla.

Miraría el vuelo de las nubes
como viejos peces musgosos,
me cubriría la eternidad
como la boca cerrada cubre los dientes.

Así escupiría a mi caballo
que me llevó por el agua.
Seré una señal viva
como nadie nunca sería.

                        Versión de Antonio Orihuela



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Mi caballo de brida

Mi caballo de brida escapó,
La espesura y la niebla cruzó.

Su casco por el agua feroz sonará,
Y jamás nadie lo aprisionará.

                        Versión de Yolanda Ulloa

Los de hombros azules

Cuando le corten la cola a los lagartos
y busquen refugio entre la hierba,
cuando los viejos con ojos abiertos
miren vigilantes al silencio,
cuando parezca que nadie
extiende la mano sobre las tierras
y suden fuego las nubes amargas,
entonces de los arbustos silenciosamente
saldrán los de hombros azules al camino.

Cuando los resortes y los frenos aceitosos
no alivien el golpe del fusil,
cuando un tubo y una madera
mal fabricada sea el fusil,
entonces nacerán los de hombros azules,
y bajo su clavícula se encenderá
su señal: el azul.

Cuando parezca que nadie
extiende la mano sobre las tierras,
se abrirá el escudo cóncavo de su palma.
Cuando los viejos con ojos abiertos
miren vigilantes al silencio,
ellos alejarán la muerte con su voz.
Cuando le corten la cola a los lagartos
y busquen refugio entre la hierba,
ellos allanarán el camino con sus dedos.

Los de hombros azules viven y se multiplican,
su padre es el fusil, su madre es el fusil,
y bajo su clavícula
se enciende el azul
como señal
de lo mejor del hombre.

                                Versión de Antonio Orihuela

La pregunta

Hace poco reflexioné:
¿qué aconsejaría Bert Brecht
si viviera y marchara acá
una mañana por azar?

Seguro, con ojos abiertos
miraría la chimenea
de la fábrica aquella:
cae desobediente al suelo
así cuando la estallan.

Le diría bastante
la huella de la estrella
que se ve abatida
en aquella fachada.

Con interés se inclinaría
hacia el rincón de la escalera
donde en el cubo de basura
hay un ser parecido al hombre
que masca cortezas de pan.

Se admiraría viendo:
a los que está mirando
con los ojos vacíos
lo están mirando a él.

Pienso que observando todo esto
y comprendiendo lo que vio,
si Bert Brecht anduviera acá
nada aconsejaría.

Pero detendría a cualquiera,
por ejemplo a mí mismo,
lo prensaría entre sus dientes:

De la nueva derrota
tampoco hoy se desprende:
no hay que seguir la lucha.
¿No hay quien les diga a ellos?

        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Preguntas sobre la bandera

¿Y la bandera prohibida
dónde está? Aquella,
no de color lila, ni verde,
ni de azul chillón.
¿Dónde está?
La que envolvemos en nuestro cuerpo
para salvarla por la cascada.
La bandera llena
de agujeros de balas.

La que salvamos
de las manos tendidas de los muertos
y desgarrando de ella una tira
la pusimos en los párpados de sus ojos
para que, mirando desde el hueco del ojo,
la vean: existe todavía.
Existe el rojo de la salida del sol, amanece.

Los obreros del mundo ¿qué aprietan
en sus manos dentro del bolsillo?
Un pedacito de palma o más pequeño.
Y lo dan rápido a los que vienen a su encuentro,
y ellos ponen con prisa debajo de la camisa
lo que reciben.

Pues está. La bandera. Aquella.
Y dentro de cincuenta o cien años
ajustan sus pedacitos en millones
y buscan una asta, ligera, fuerte.
Pero hasta cuándo quienes viven preguntan por su necesidad:
¿dónde está la bandera? La bandera que no hay.
La bandera prohibida. Aquella.
¿Dónde está aquella bandera?

                                                        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Flor del cuervo

El cuervo ya florece:
crece el ala y buen pico,
esos pies y esas garras,
ojos, cuello y las plumas,
y un pobre congelado
para ahuecar los ojos.

        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Asuntos del alma

Nos dan patadas en el alma
o en aquella cosa
que alma llaman generalmente,
porque si dieran patadas en los pies
con sus botas de punta de acero
para rompernos al fin el hueso
seguiríamos arrastrándonos,
resbalaríamos, nos retorceríamos
hacia donde (aún con pies sanos)
quisiéramos ir,

con alma pateada, abollada, no hay
hacia alguna parte,
solamente ninguna parte hay,
pues el alma
la patearían si supieran
donde la tenemos
¿entre las costillas o en otra parte?

                Versión de Isabel Pérez Montalbán

La última palabra

La última palabra no se pronunció
en ningún asunto.

¿Quién pudo enumerar
las bellotas en nuestros bosques otoñales
y cómo se puede saber en primavera
cuántos robles brotarán de ellas?

¿Quién duda que en lugar
de los muros destruidos
no se construye de nuevo y más firme?
¿Quién sospecha
hasta que corren
los que huyeron,
y cuántos vuelven
de la vergüenza de la huida
más decididos que antes?

¿Quién puede decir: no hay necesidad?
¿Hay bastante trabajo
y tenemos pan para la noche,
nuestra lámpara
bien lejos ilumina?

¿Quién dice que no hay abundancia?
¿La abundancia de las luchas
cómo la llamamos entonces?

¿Y suena bastante lejos
lo que dicen aquellos
que saben: la última palabra,
que solamente nosotros podemos pronunciar
no se pronunció nunca
sobre ningún asunto?

                                Versión de Antonio Orihuela



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Antes del tercer día

Antes de tus palmas
cada día
lo que se pega
al hierro helado del frío,
antes de tus plantas
cada día
que se llene
una huella en el camino,
antes de tus ojos
cada día
que puedas ver
la hormiga que se mece
en el hilo de la hierba,
la sombra de la tristeza
en la pestaña,
antes del estremecimiento
de tu tímpano
que oigas el grito
de la lejanía del continente,
el chapoteo del cuerpo
que con una soga en las muñecas
ahora tiraron al agua,
antes de tu encía
cada día
cuantas amapolas hace crecer
la brasa del hambre
nunca sentida,
antes de tu ingle
un abrazo entero
para que mañana también
exista quien abraza,
antes de tus palabras cada día
que quien las oiga
medite un minuto:
si dentro de sí habló u
oyó una voz,
antes de tus pulmones
tanto aire
que tenga un suspiro
quien se ahoga,
antes de una vida
cada día, en pedazos,
luego puede comenzar
al amanecer del tercer día
tu lenta resurrección
cada día, en pedazos,
sin que ocurra ningún milagro.

                Versión de Antonio Orihuela



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De la Isla

(al margen de una declaración del boicot contra Cuba)

Cómo nada cómo nada
cómo nada aquella isla
isla de las islas
contra la corriente
contra la espuma de las olas
el mar repleto
de pulpos barracudas
en lo alto lunas de espionajes
en lo bajo tiburones
enmascarados de submarinos

Abel Santamaría
cata la noche
Martí el Apóstol
abre los ojos
Camilo Cienfuegos
perdido bajo el mar
está nadando
de derecha y de izquierda
Guevara allá arriba
vuela sobre los satélites
vestido de estrella
lumínico de estrellas

Nicolás Guillén la negra antorcha
se enciende en la noche
tarareando canciones.
Y los demás que habitan
entre ellos Fidel
vuelan flacos y hambrunos
levantando con los dedos
y palmas de los pies
su isla de la tierra
arriba
y más arriba –

Es mi patria y también alzo vuelo
a lo lejos y en mí
Cruje el mar
se reduce su cauce
y los peces espadas atemorizados
miran la gota salada en mis ojos.

                                Versión de Yolanda Ulloa

Lamentación viendo el cuadro
”La carreta de heno” de Bosch

                        „Les grité a aquellos quienes me ama-
                        ron, pero me engañaron ellos.”
                                                                (Jeremías I. 19)


Les grité a aquellos
cuando la Carreta de heno
apareció en el horizonte
y trajo la peste y la muerte,
pero no me hicieron caso.

Les grité a aquellos,
no es cosa de Dios
que peces y monstruos humanos
arrastren una carreta de heno,
pero no me hicieron caso.

Les grité a aquellos
que mientras se divierten turbulentos
y las parejas amorosas
cantan, el pueblo se muere,
pero no me hicieron caso.

Corrieron por el pan,
sacaron de la boca de los perros
la carroña y así vivieron,
y cuando les reprendí
tampoco me hicieron caso.

Yo soy aquel hombre
que vio lo que vio,
vi madres con sus hijos
desgarrados,
y a los que se los comieron, medio crudos.

Yo soy aquel hombre
que vio lo que vio,
y no gritó siquiera con palabra
enérgica, solamente gritó,
hasta que salió de su garganta sangre.

Yo soy aquel hombre
que era el feo
del pueblo, y me escupieron,
y más de uno se juntaron
para burlarse hasta el atardecer.

Yo soy aquel hombre
a quien con piedras
le rompieron los dientes,
le pisotearon en el suelo,
y se cayó en la tierra polvorienta.

Yo soy aquel hombre
quien pone la boca en el polvo
viendo la carreta de heno
y con el diablo y la lujuria,
balbucea: aún hay esperanza.

                        Versión de Yolanda Ulloa

Encuesta

Sí. Según los británicos
Karl Marx fue
el mayor pensador del milenio.
¿Se enloquecieron? ¿Miles y miles,
cientos de miles para poner
a este judío de pecho abovedado
delante de Tomás de Aquino,
de Newton, de Einstein
de cabellera desgreñada y de todos
los demás? ¿Ponerlo simplemente?
¿Ahora, al final del milenio
pasado y casi cayendo
por el umbral del milenio futuro?
No toman en cuenta
que aquí, entre nosotros
lo esconden, lo colocan en otro lugar
para que a ningún caminante
se le ocurra viendo su estatua
y la de Engels, algo. ¿Pues entonces qué?
Pues lo mismo que a los británicos,
escuchando la pregunta
o leyendo en el Internet de BBC
que ¿quién era
el mayor pensador
del segundo milenio
después de nuestra era?
Y se les ocurrió o siempre lo supieron
que este mister Karl Marx
durante toda su vida
no hizo otra cosa que
pasar hambre, frío, y meditar.
¿De qué y de quiénes? De ellos.
Y de su existencia. Que podría ser diferente,
y debe ser para que comience
su historia después de la prehistoria,
y que sean seres humanos
en vez de mercancías.
Sí, tenían razón para ponerlo
en lo más alto del ranking imaginario,
a una altura bien visible
desde la mitad o desde el fin del milenio futuro también
a aquel cierto Kari Marx,
al que siguen sin poder derrumbar.

                                                Versión de Antonio Orihuela

Éluard y el puente

Pasó Éluard por el puente,
y nadie vio a su encuentro.

Pasó Éluard por el puente,
y asustados gorriones lo miraron.

Pasó Éluard por el puente,
de aquí a la orilla opuesta.

Pasó Éluard por el puente,
paño para el pan en su mano.

Pasó Éluard por el puente,
llevó consigo queso y vino.

Pasó Éluard por el puente,
porque buscaba el Sol.

Pasó Éluard por el puente,
y estaba amaneciendo.

Pasó Éluard por el puente,
una estrella cayó a su frente

Pasó Éluard por el puente,
puede regresar cualquier día.

        Versión de Isabel Pérez Montalbán



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Mihály Ladányi

En tu rostro soplado por el viento

En tu rostro, soplado por el viento, veo los rasgos de mi madre.
Niña de pies ligeros, ante tus pasos escondí los caminos.
Sedienta de sol, te conduje al bosque impenetrable.
Paloma libre, nos abrazamos entre los arbustos.

Si quisieras comer, te daría mi pan de sabor a tierra.
Si quisieras beber, marcharíamos por el lecho seco del río.
Mis deseos, como los vientos del bosque, despiden el denso olor de la hojarasca.
Tus deseos, como el lago del bosque, reflejan las ramas de mi amargura.

Miras a los demás como a miembros de una extraña tribu,
donde los hombres, después del trabajo, colocan sus hijos en las rodillas, y les cantan,
y cantan a las mujeres puestas en sus rodillas,
y donde la mañana es mañana y es noche la noche.

Yo, como los lustrabotas, doy brillo a los sueños que consigo
en el hotel del Futuro, y apenas tengo tiempo
para nuestras cosas cotidianas. ¿Qué cantaría a los niños?
Mis cantos son amargos y no pueden mecer la alegría de nadie.

En medio del sueño, cuando esperamos la mañana
juntos inconscientes, mi cuerpo dice al tuyo:
vete, niña de ojos alegres, niña de pies ligeros, sedienta de sol,
vuela de tu prisión, libre, luminosa paloma.

Al amanecer, llora el niño. Las rejas caen ante ti
y sus sombras se multiplican en tu rostro soplado por el viento.

                                                                                                Versión de Angel Augier

Meditando

Como un loco lavador de oro
     me hundí en las ciudades,
cribaba el fango y los amores
     de las noches.
Vivía como podía ser,
     este método no es más tonto
que si caminara lentamente los años
     detrás de mis intenciones.
Hubiera sido más fácil caerme
     en una batalla acentuada,
pero en todas partes me pesaban
     manos pacíficas en mis hombros.
Esta época rara como una señorita
     se mostró a mis ojos
     – para que la admirara y cantara –,
     pero no me permitió entrar en su cama
Mas yo no vine a acechar el milagro,
     yo vine a hacer los milagros.
(Señor redactor, ¿necesita el periódico
     aún milagros?
     o ¿es mejor que yo escriba
     en un soneto bien fabricado
     la proyección suave y lírica
     de mis extravíos?)

Caminante,
que tarareando
estás caminando por la noche
del escaparate al escaparate,
saciado y contentamente
recuerdas al muchacho emocionado
     soñando con aventuras
que ahora meditara en tu lugar
     vagabundeando con hambre
que huye de su casa
     para ir a Cuba como voluntario.

Caminante,
¿por qué es que
marchas ardientes
como corazones febriles
no nacen?
(¿Y esta elegía meditativa
me la escribo a mí mismo
acodándome sobre la mesa de la cocina
yo, cohibido de intenciones
como un loco lavador de oro
me hundí en las ciudades
en el principio de mi juventud feroz?)

                Versión de Isabel Pérez Montalbán



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Hubiera podido vivir hermosamente

Hubiera podido vivir hermosamente
porque para eso tenía aptitud,
tenía la noche serena y
pasaba horas enteras sin llorar.
Las noches ahora me tiran un lazo corredizo
y mis arterias me estrujan la garganta.

Si estoy amargo ¿quién me hace amargo?
Vivo mi vida
siempre tengo pan y amante
y el vino jamás falta en mi vaso.

Ya no estoy más abandonado, como
                                        los que gesticulan sudorosos,
los de las palmas de hojalata,
los que duermen en colchón húmedo.
Cuando vagabundeo por las carreteras
y en una taberna campesina
me acodo en el mostrador,
no me dictan las leyes
que por siempre tendría que quedarme allí
o amaneciendo
tomara otra vez por el camino de la carretera.

Hubiera podido vivir hermosamente
pero los pájaros anidan sus crías
en las palmas de mis manos
y alguien ató a mis pies
los caminos.

Hubiera podido vivir hermosamente
pero ahora las casas se construyen en mí
y retumban en mí su destrucción.
Soy el instrumento de algo,
siempre siento sobre mí un gran ojo ardiente
y voy a la deriva por aquí y por allá, aunque
hubiera podido vivir hermosamente.

                                        Versión de Yolanda Ulloa

Vagabundeo detrás de ti

Vagabundeo detrás de ti
cuando sigo a una mujer durante toda la noche
y en las escaleras sucias también
por ti estoy parado esperando
que tú abras la puerta,
¡tú que no te encuentras en ninguna parte!
Estos poemas también que ahora tarareo
te esperan inhábilmente y sin esperanza.
Oh, no temo de las mujeres,
las conozco y
beso en la boca quien me esté dado,
pero luego
sigo a una durante toda la noche
quien me mira desde la esquina
y otra vez veo que no eres tú,
hoy también se mece tu falda en otra calle.
Y por la noche
encendiendo la lámpara, durante largo rato
miro la muchacha durmiente
que vino a mi casa por la tarde
porque busca alguien, como yo
cuando siga a una mujer
porque la conozco
como hurga el viento en su cabello
y pone en sus hombros
oscuramente
mis sueños…

                                        Versión de Yolanda Ulloa

Viejos

Nos quedamos sin ejemplos, muchachos,
     los últimos ahora se están yendo.
Cansados caminan delante de nuestros ojos,
     apenas saludan a alguien.
¿A quién saludarían, muchachos,
     a quién saludarían
     los pobres, temblorosos viejos?
¿Quién admira, entre nosotros,
     que cumplieran condena en las cárceles
     y pasaran por los campos de trabajo?
¿Quién les perdona a ellos
     que no entendieran
     nuestras falsas teorías,
que no siguieron, cada año, al primero, que se presentaba
     y después, no se golpearan, jactándose, el pecho?

¿Ahora,
     qué bandera
     reverenciar solemnemente?
¿Qué marcha
     debe tocar la banda militar?

Aquí vivieron entre nosotros,
     ¿qué aprendimos de ellos
     para dar
     a los que luego vendrán?
Aquí vivieron entre nosotros
     y nos burlamos de ellos
     o pasamos de largo.
Nos interesaron más las mujeres
     y nuestras fantasías pequeñas, confusas
las palabras extrañamente fabricadas
     y nuestras visiones feroces,
     terriblemente admiradas.

Lentamente llegamos a ser hombres,
     vanidosos arrugamos el ceño,
tomamos medidas,
     formamos juicio
     y nos paramos con la pipa en la boca
     delante de la cámara fotográfica.
Nuestros hijos andan con muchachas jóvenes,
     pero algunas veces,
cuando tienen problemas,
     buscan a alguien
     en quien apoyarse.
Pero solo se les ocurre Fulano
     que siempre seguía la moda,
     y nunca dijo no.
Y se les ocurre Zutano que se vendía
     tantas veces y a tantos como podía,
y Mengano que era de la opinión
     que solamente la opinión oficial
     es la única que se debe aceptar,
y el amigo de Mengano que estimó solo
     lo que se podía comer o beber.

Es por la tarde,
y en el periódico
hay un nombre
cuadrado en marco negro
entre las fotos de moda de otoño.

Pues,
     los viejos
así se van delante de nuestros ojos,
     así, sin despedirse
de nadie.

                                Versión de Antonio Orihueia



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Detrás de las tropas

                        ¡Palidece el cobarde por mi palabra,
                        mi canción es el presagio de la revolución!
                                                                                (Petőfi)


Anhelo tu valentía yo,
porque tengo hambre y tengo mucho frío,
pero no brillan en mis ojos tus ojos de fuego.
Estoy sentado cansado, cubierto de polvo,
soy el torso de mí mismo en la noche.

Detrás de las tropas cayó el polvo,
la hierba creció la huella de tu caballo sudoroso,
el Sol mira como una vaca de ubre escuálida
a estos campos de batalla bien pulcros
donde con doble contabilitad enumeran a los muertos.

                                                        Versión de Yolanda Ulloa

Espiritual

¡Deja a mi gente avanzar!
     La sequía la golpea,
     la inundación la anega,
     y como un trapo
     cae de su cuerpo
     su propia herida abundante –
¡El sudor de la alegría
golpee su piel seca y huesuda!
¡Deja a mi gente avanzar!

Vino de lejos,
     de la profundidad grita a alguien –
     largas tropas invocan
     a los dioses del tiempo,
     largas tropas esperan un día
     a brillar en el desierto –
¡Deja a mi gente avanzar!

Largas tropas sudorosas,
     llenas de heridas,
     en el camino
     mojado por el sudor
     caminan siempre,
     en su boca abierta
     la sangre se mezcla con sus cantos,
     marchan a través de las guerras
     con sus caudillos advenedizos,
     querrían acampar
     al lado de los fuegos brillantes –
¡Deja a mi gente avanzar!

     Los jóvenes
     quieren esposa
     que nunca se vuelva puta,
     ¡no los corrompas!
     Los viejos
     quieren sentarse bajo los árboles
     plantados por ellos
     ¡no les llenes de amargura!
     Los mutilados
     quieren volar,
     ¡muéstrales el cielo!

     Por un camino mojado con sangre y sudor
     se cansaron
     estas tropas,
     y mientras el mundo es pasto de la sequía o la inundación,

¡deja a mi gente avanzar!

                                                        Versión de Antonio Orihuela



ilustración

Pasó entre los solitarios del café

Pasó entre los solitarios del café
se detuvo en el humo de un cigarrillo
junto a la mesa de unos amantes de manos sudorosas
adjuntó el violín en el mentón
y empezó a ejecutar mezquinas melodías
para cepillar este cafetín como a los demás
con el mismo aburrimiento

Los viejos y los amantes
balancearon la cabeza
al ritmo de las coplitas de moda
como los niños balancean los orinalitos en la mañana
hasta que alguien preguntó al violinista

¿No sabe algo de Bach?

y la luz de una fuga empezó a huir en el humo

Después se le quitaron las ganas de pedir limosna
atrapó la luz del humo
y se fue sin despedirse

Ahora
escuchando las endebles
canciones del mundo
palpo las monedillas
de una frase
y las echo en el sombrero
de amores malos
y de blablablas de otra índole que prometen felicidad

¿No sabe algo de Bach?

                                                Versión de Fayad Jamís

Música para guitarra

(Cuelga tu arma en mis hombros)

Antes
     de que el privado cabaret llamado Bienestar
     como un intelectual solitario desprecie al mundo
antes que a mi pobre amada
     la cambie por damas de brillantes
en un minuto de sinsabor y olvido,
déjame acompañarte por la húmeda calle
y sintamos en los zapatos rotos
el fluir de las aguas y el lodo frío
mientras tanto fumemos el último cigarro,
¡y cuelga tu arma en mis hombros
y tenga el apretón de la cincha
y cantemos a la Revolución!

Que de color se llenen los rostros de los niños pobres,
derribemos la estatua de los saqueadores,
destruyamos la mesa de los banqueros
y que de sueños sin egoísmo se llene el corazón.
Acompañarte quiero
antes de que
yo también olvide tu nombre.


(Las horas antes de la aurora)

Llegó un hombre
que cantó así:

Como los espíritus
en la medianoche nos mezclamos con ustedes.
Las horas antes de la aurora son oscuras.

Sólo las botas suenan en la noche
entre las hierbas del monte, sólo
se oye en la oscuridad el susurro de los murciélagos de la amargura
que con sus alas crujen sobrevolando los poblados.

Nuestras manos se pegaron a la culata
del fusil porque lo amamos.
Buen fusil, – le decimos – ¡ama la sangre,
y no al trino de las aves, no al viento,
como los poetas y otros humanistas!

De bibliotecas es el humanismo,
y los estantes crujen con él.
Nuestros ojos por el hambre son pozos negros,
que de mil formas nos humillaron.
Buen fusil, – le decimos – ¡ama la sangre!

     (Y veo que escupe la sangre y la tierra,
     alumbran sus ojos de su cara enfangada,
     cualquier día se convertirá en soldado desconocido,
     obesos diplomáticos depositarán ofrendas
     de flores en su tumba, y la calle y el almacén
     llevarán su nombre,
     – yo sus puños acecho
     y me inclino
     por el fusil lleno de fango.)


Aprieto con fuerza en mi boca tu nombre,
     como el verdín el que se ahoga.
     Entre mis dientes traspaso tu nombre
     a través de mentidos amores.

Habría que hablar de ti y cantar tu nombre,
     como canta el soldado a quien capturan,
     pero tu nombre es la primera palabra de cada signo estratégico
     así pues pronunciarlo está prohibido.

En las amargas conspiraciones de mis horas, cuando
     la inquietud vigila recelosa la miseria
     escucho en cada nombre pronunciado
     lo que aún queda por decir del tuyo.

Si mi camisa ensangrentada desgarrara
     con la que de obligaciones me vistió el mundo
     todos podrían ver sobre mi piel tu nombre,
     entonces todo sería más sencillo.

Pero tu nombre sigue apretado en mis dientes
     y como el padre que en la trinchera mira
     las fotos del hijo que no vio nunca
     así te miro esperanzado.


(Al final de la leyenda)

También Dios al final de la gran leyenda
mandó a crucificar y dio de beber vinagre,
a quien tanto se enfangó por él
para beneficiar su creación moribunda
que repite sin cesar: ¡yo, yo!
y sólo llega a la tropa para el atraco
o si el amo le sube al tren militar
y entonces con arrogancia baila su amargura.

Si quedara algo bueno todavía en el mundo
estos pequeños traidores pronto lo ensucian
para después compartir ese mismo destino
y esperar glorias, contoneándose bajo las luces.
Pues no sé si valiera la pena, ver
a quien le temen los cobardes.
El cuerpo del héroe atraviesa la violenta muerte
y por los comedidos gusanos es devorado.


(Recordatorio)

¡Oh, Principe de este mundo cacofónico,
si alardeando nos escupimos a la cara,
frente a Dios no hables de nosotros,
tan sólo implora por nosotros, Che Guevara!

                                             Versión de Yolanda Ulloa

Entrevista

–¿Cuándo cometí el primer error?
– Cuando nací como Mihály Ladányi
escogiendo la llanura como tierra natal,
el ramo de acacia como corona,
el abrigo de bolsillos vacíos,
el zapato desgarrado,
el álamo como brújula,
el viento lluvioso como perro,
la amante coqueta,
el objetivo que se deshace en la lejanía.

–¿Es Usted un genio?
– Negativamente sí.

                                    Versión de Yolanda Ulloa

Paralelos


Yo no alcancé muchas cosas
Al fin y al cabo soy un don nadie
Yo dejo poemas detrás de mí
Corre esta vida confusa
Hasta cuándo se meten conmigo unos funcionarios

¿Tú qué alcanzaste?
¿Qué eres tú?
¿Tú qué?
¿La tuya no?
Por ejemplo tú.

                                                                        Versión de Isabel Pérez Montalbán

Vuelve

Durante años te rodeó la gloria,
tu gorra con visera estaba de moda,
las actrices se la ponían en una pose de granuja,
cómo utilizó tus palabras preferidas la literatura.
Miles vivieron de ti,
te nombraron diputado, te transportaron en coche negro.
La historia – así pareció –
indemnizó a sus desalojados.

Desde tu edad de aprendiz el torno,
al día de cobro la barra, unas jarras de cerveza.
En casa la mujer gorda por los partos.
El chaval no te presenta en la fiesta universitaria.
Unos años más, y se comenta en la plaza
que estás flojo, que no trabajas –
Y las odas
se convierten en glosas.

¿No sé qué puedo pensar de ti?
¿A mí me echas de menos? ¡Vuelve!
Tal vez tienes unos compadres en alguna parte.
La barra del bar con el mismo charco de cerveza que ayer.
No estés con los brazos cruzados en casa,
no cortes el césped,
no lleves de paseo el perro por la noche.
Ven entre la gente. Haces falta. ¡Vuelve!

                                                      Versión de Antonio Orihuela



ilustración

Folclore

Mientras tanto los economistas excitadamente nos explican
el principio del interés individual
en la sociedad colectiva,

mientras tanto nos enseña Guevara para ser valientes
y las noticias del periódico nos empujan hacia
                                             los búnkeres de los agujeros de ratón,
donde podemos defender lo que tal vez nunca tendremos,
mientras tanto los pequeños dioses devoran al gran Dios,
esparcen relámpagos y fabrican truenos
y preparan bajo nosotros calderas de azufre,

mientras el homo sapiens se perfecciona en juegos olímpicos
pero la industria nos quita la costumbre de andar a dos patas
y el maullar furioso prohíbe la música,

¡tú no te preocupes!

El viento zumba aún su melodía al árbol huérfano de la noche,
el grillo aún cuenta su cuento a la hierba despertada
y el hambriento también afila su cuchillo.

                                                               Versión de Isabel Pérez Montalbán

Ebrio

Beethoven meditando se sienta en el umbral,
oye aún los ruidos de afuera,
el toqueteo de la lluvia sobre los techos,
al cartero que arrastra los pies por la escalera.
Un silencio grande, extenso
le cerca como la niebla. Mañana es domingo,
mujeres bien vestidas van a misa,
todo pasa según el horario de Dios.
Solamente los mirlos
entraron por sus tímpanos y allá
cantan en feroz, hermosa algarabía.

                                             Versión de Antonio Orihuela

Optimismo

No nos pueden ahogar
dos veces en el mismo río.

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

Rectificación

Usted no es deudor
de la Caja de Ahorros,
sino de Robespierre
y de Karl Marx.

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

De un día a otro

Cuando la herrumbre se convierte en hierro,
y el honor en ser humano.
La soledad colectiva sigue buscando compañeros
y no nos ahogamos dos veces en el mismo río
porque pensamos, defendámonos.
No gira hacia atrás la Tierra
de día brilla el Sol
y ocurre que
Karl Marx sale del cartel publicitario,
Prometeo provoca incendios libremente.

                                             Versión de Antonio Orihuela

András Simor

Para entrar en el circo

¡Pasen, pasen! Señoras, señores,
entren, miren, diviértanse horrrrores!
¡No se ha visto jamás cosa igual:
de paloma hace el águila real,
el conejo se come a la zorrrrrra
de verdad: el terrorr no se ahorrrra!
¡Aquí ven a un cordero valiente
y es el tigre el que bala! ¡Pendiente
la pareja de un hilo de escarcha
mientras tocan los monos su marcha!
¡No habrá sangre en la vena sajada:
pasen: esto bien vale la entrada!

                           Versión de Elíseo Diego

Ármame

Dichoso el tigre – tiene dientes,
también el oso – garras tiene,
y a mí ¿qué cosa me defiende?
Señor ¡tenga yo garras, dientes!

Creador, a que tú creaste
según tu imagen – no lo armaste
ni defensor le procuraste
al que no rasga o muerde a nadie.

Lo muerden los de diente armados,
los otros rásganle el costado.
Mientras se lame, así callado,
¡endiéntalo, Señor, engárralo!

Versión de Elíseo Diego

Elegía en la noche

La culebra del ron sube en la pajita
pájaros pintados tiemblan en las ramas dibujadas sobre los ladrillos
la noche es una cantante enronquecida
en vez de pelo en la cabeza lleva un pequeño rascacielos
aquí están sentados revolucionarios y putas
delante de los cantantes se balancean los micrófonos
aquí puedes escuchar las canciones del siglo
el cuerpo de los amantes es una palma extraña
casi no se mueve al ritmo de la rumba
Bar al Futuro
aquí estoy sentado tamborileo una rara canción sobre la mesa
hoy por la noche pienso de nuevo en mi patria
guardo el sabor amargo de Tom Collins en mi lengua
¿a quién le canto yo?
pobre diablo
entre mis compatriotas
ellos viven en una paz saborizada de leche y no se emborrachan de la revolución
la muchacha mejicana me habla de la lucha de su patria
vino a Cuba y esta isla es hoy la patria de nosotros
en el vaso nada un hielo
empujo el pedacito de limón
también se empiezan a ir los últimos borrachos
las mujeres se quitan los zapatos sus talones crujen sobre las piedras
los músicos de la noche tocan el último número
por la esquina viene un miliciano
un camión cargado de rumores
en el café alguien empieza a silbar alegremente
(un día compraré el disco de esta marcha para mí)
qué magos robaron los milagros del siglo de mi patria
los pájaros de las canciones temen aún volar
llevo a casa la canción de Cuba
por ella escuché la noche
esta canción es oro filtrado de la arena de una época extraña

                                                                                          Versión de Yolanda Ulloa)

Variación sobre un poema
de César Vallejo

I.

Unos se tiran de cabeza al río.
¿Hablaré del audaz arco del puente?

A Robeson le pegan por la calle.
¿Alabaré después al Metropolitan?

Les enferman la tierra a los hambrientos.
¿Me asombrarán sus médicos, entonces?

Pelan al rape a una muchacha negra.
¿Disfrutaré a la linda «Miss» del año?

Muestran al indio humilde en sus corrales.
¿Quién va a tratar con ellos del futuro?

El leprosolio de Quynh-Lap destruyen.
¿Compartiremos temas culturales?

Un paria duerme con el pie a la espalda.
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?


Steinbeck sube al avión en uniforma.
¿Le haré un ensayo por sus viejas glorias?

Charlan sobre la paz junto a la horca.
¿Conferenciar, después, sin un revólver?


II.

A este le canta el hambre en el estómago.
¡Supiera de Beethovan, de su cólera!

Un herido contempla sus entrañas.
De conocer a Puskhin, lo haría suyo.

El maniatado pugna por librarse.
Mentara a Lorca, pero qué es su nombre.

Aquel busca refugio en lo lejano.
Rimbaud seguro que sería su amigo.

Otro aguarda una bala en la cabeza.
Ignora que es ya un cuadro de Derkovits.

Un niño pinta con betún a solas.
Nadie le ha hablado nunca de Siqueiros.

La miseria hizo huir al viejo József.
Jamás leyó los versos de su hijo.

A los sin pan habrá que presentárselos.
La poesía también les hará falta.

                                    Versión de Elíseo Diego

Si se apaga la luz

Si se apaga la luz,
no interrumpas
la conversación que comenzaste, en la oscuridad
no eres diferente, no olvides que algunos se alegrarían mucho
si cambiaras de tema.
Pero ¿por qué cambiar de tema?
eres el mismo de hace unos minutos,
busca una vieja lámpara, prosigue
la conversación, no gesticules, pues ya no hace efecto,
habla concretamente, no, señor, usted se equivoca,
en vano abriga esperanzas, en vano calcula,
tú sigue como antes pues eres el mismo,
tú debes terminar tus frases.

                                                                        Versión de Fayad Jamís



ilustración

Elegía recordando al poeta
yugoslavo Radovan Zogovic
y al poeta salvadoreño
Roque Dalton

Queridos muertos, sus caras son vivas, las veo,
como si estuvieran entre nosotros, vivos.
Uno es un orgulloso olivo que señala al navegante lejano
aquí tenemos nuestra orilla, nuestra orilla no desapareció.
El otro está más cerca, su cementerio es el Salvador,
de donde oigo su voz, sus versos aciertan al blanco.
Como si el vivo viviera menos, yo que recordándolos
a ustedes no duermo, espero el fin de la noche.
Duerme Guanabo, la media luna tropical duerme sobre nosotros,
duerme el mar, duermen las olas, duermen en la orilla las conchas.
Pescadores presurosos esperan los peces en pequeños botes,
guardan el botín como el futuro, para que no lo robe
la maliciosa agua azul, que no se lo robe la tempestad.
Como si fuera suyo el bote, como si
fuera suya la red que guarda el futuro.
Está terminando la noche, se desgarran las nubes,
Las caras de ustedes están en el cielo, ¡cuánto viven, cuánto!

                                                               Versión de Yolanda Ulloa

Paráfrasis al poema El gigante del
Rubén Martínez Villena

¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada
grande que hacer?
Esto lo pregunto por la mañana cuando me despierto
con dolor de muelas y el deseo de orinar,
y durante el día cuando leo el diario
se me va el resto de mi fuerza vital,
y luego cuando obligatoriamente
empiezo hablar con alguien,
qué hago yo aquí donde no hay nada
grande que hacer,
ni en el pasado,
ni en el futuro
y nadie oye mi grito,
el socorro escondido en palabras
cuando con el Señor de los Poderes Obscuros
empezaría luchar
por última vez, antes de la última estación.
¿Qué estoy esperando?
¿Qué?
¡Pues no hay salida de este sufrimiento!
Mis manos, las dos vacilantes,
me las pongo en la cabeza
y a pesar de todo estoy esperando,
¡esperando!

                                             Versión de Yolanda Ulloa

Prometeo

¡Prometeo insensato!
Antes hubiera que tirar
al buitre
y sólo después
penar por el fuego.

         Versión de Yolanda Ulloa

Mensaje

Entre sus corazones y el mío no habrá diálogo
escribiste como un verso del poema Marzo
en verso libre, y yo
me alegro de que no lo hayas cambiado
para formar del verso un verso más fiel.
Porque así Attila József lo dice hoy,
dos años antes del nuevo milenio
como una verdad que dura siglos:
Entre sus corazones y el mío no habrá diálogo.
No habrá diálogo
con los destructores,
            mentirosos de la humanidad,
es decir con los explotadores,
aunque los explotados en su desesperación
se inclinen a hacerlo;
tras los hitlers, hruschovs, gorbachovs
no habrá diálogo.
Este no me anima en los momentos más desesperados
sin lugar a duda
y entre todas las dudas.
Este no
lo convierto en soneto, glosa, triole,
porque otra arma no tengo.
Gracias, Fayad Jamís,
por el nuevo verso de Attila József.
Con este verso envía su mensaje
para el futuro proletario trasladado a no se sabe cuál galaxia.
No tenemos motivo para hablar de otra manera,
porque nuestro corazón solamente se queda
si entre sus corazones y el nuestro no hubiese diálogo.

Por debajo del poema

El poeta Fayad Jamís ha creado a Attila József en idioma español. El fue mi primer amigo cubano, desde 1963 trabajamos juntos sobre las versiones. Un verso del poema Marzo fue interpretado por él en la voz revolucionaria de la generación de poetas latinoamericanos de los años 60: ”entre sus corazones y el mío no habrá diálogo”, como si hubiera sido escrito este poema por Otto René Castillo guatemalteco, Roque Dalton salvadoreño, Víctor Valera Mora venezolano, o por el mismo, Fayad Jamís cubano. ”Lo corregiré” – me dijo, una vez.
    Fayad Jamís no vivió la traición de Gorbachov, ni el desmorona­miento de la URSS, murió tres años antes con cáncer de glándulas linfáticas. Un año antes de su muerte me encontré con él en La Ha­bana, tenía planes, quería ampliar su tomo de Attila József. Discu­timos sobre Gorbachov, yo lo consideré como un peligro principal entre los políticos actuales desde el punto de vista de mantener la posibilidad socialista, y dije que lo que no pudo alcanzar Hitler, él lo alcanzaría, (Naturalmente no pensé que el desmoronamien­to de la URSS ocurriría como si lo viéramos en una película de Hollywood.) Fayad Jamís tampoco confió en Gorbachov, pero mi opinión le pareció exagerada. «Le decimos a Gorbachov que en esta isla vive un pueblo rebelde, que no capitula» – recuerdo tal frase de nuestra conversación y que también mencionamos el poema Marzo. En aquel entonces Fayad ya no quiso cambiar el verso citado. ”Attila tuvo razón, Andrés – dijo pero la razón del traductor es también válida en este caso.”
    Pienso que esta frase pertenece a nuestra discusión política que al fin y al cabo no era discusión. Más aún, esta frase respondió a mi ira desesperada. Fayad Jamís contestó guardando el verso transformado de Attila József: ”Entre sus corazones y el mío no habrá diálogo.”

                                             Versión de Yolanda Ulloa

Luna verde

”El cielo
no es azul
sino verde,
como la tierra”.

Humberto Ak'abal,
el poeta maya-quiché,
lo dice.

Los montes de
Guatemala
son verdes,
el color de la esperanza
es verde.

”Las piedras
no son mudas,
guardan el silencio”.

El silencio
es verde.

Es el color
de Federico García Lorca.

En el cielo verde
centellea
la luna verde.

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

Cuadro de Chagall de 2009

Dios subió al tranvía.
Tenía barba blanca y comía pan.
Tenía suciedad negra debajo de las uñas.
La gente se alejaba, para que no le rozara.
¿Qué quiere aquí este Dios maloliente?
Yo también desvié la mirada por mi turbación.

                           Versión de Isabel Pérez Montalbán



ilustración

El nacimiento de la poesía

Las rimas
algunas veces
entran en el poema
a empujones limpios

Como fósiles
llegan
de remotos tiempos

Hexámetros dinosaurios
balancean
su cabecita

Luego
el homo sapiens aparece
pero aún
no puede hablar

No sabe articular
y grita
su miedo
sus tormentos

Entre peligrosas fieras
pasa sigiloso
y se esconde en su cueva

Él es
el bardo mayor
el primer poeta

                  Versión de Yolanda Ulla

Metamorfosis

La vieja
como una lámpara de araña
se mudó
para la casa del muchacho

”Contigo
quiero hablar” –
dice

”Allá arriba
me aburro
Yahvé es viejo
los ángeles
son idiotas”

La de cien años casi
está hablando
con palabras de luz

”Aquí
ando muy bien
y me dan
respuestas claras”

                  Versión de Yolanda Ulloa

Recordando

Como el toro
huelo el aire, arriba,
lenta- y
tristemente

El viejo toro presiente
que él
no morirá de viejo

Vienen los lobos,
una vez ya pasaron por aquí
matando

Su aullido
ahora
llega hasta aquí

Han atrapado
al gitano del bosque,
se están comiendo
sus huesos

sobre el pasto aterrado
sobre atormentado césped
se desangra

El Universo llora
la Tierra
le da vergüenza

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

El mensaje del hermano dinosaurio

Durante millones de años
éramos nosotros los que habitábamos
qué se cree
este simio imbécil
con sus pocos
milenios

Si sale del norte
el Blanco Señor
tiene que
desaparecer

Pero cómo
deja atrás
la Tierra

Es que en nuestros tiempos
todo estaba lleno
de hermosos bosques
en agua pura
del Viejo Oceáno

A dónde irán
estas vainas que humean
los moscú
los nueva york

Nosotros
dignamente
dejamos la Tierra
y se cumple nuestra misión
donde ahora
reina el caos

                  Versión de Yolanda Ulloa



ilustración

Carta al más allá

Fayad,
veintitrés años antes
– el año antes de tu muerte –
me dijiste:
”Aquí vive un pueblo rebelde,
esto le respondimos a Gorbachov.”

Moriste
antes
del Período Especial
no has visto los esqueletos
andando por la calles de La Habana

Pero
estos esqueletos
permanecieron rebeldes,
tu Cuba,
Fayad,
permaneció rebelde.

La Cuba
de Martí,
de Fidel,
del Che resiste.

Hubo un muchacho,
allá se sentó
en un banco
y se enamoró
de la Revolución.

Hoy tiene setenta y dos años
y piensa en ti
a quien el Cáncer Jodido
a su cincuenta y ocho años
mató.

Tú respondes
a los que entierran a Cuba
diciendo desde el más allá:
”Aquí vive un pueblo rebelde.”

                  Versión de Antonio Orihuela

Grito

Condes
barones
curas

Jefes
leguleyos”

”En mi aldea
le eligieron
al conde
un monumento
el pasado año”

País de incienso
donde
con agua bendecida
persiguen
al diablo

”El sacerdote
es el oráculo
también en este día”

Sombrero
en mano
frente
del campesino rico

Los bisnietos
de los criados
quieren ser
alguaciles

Más tarde
llegarán
los muchachos
los gallardos
jovenzuelos de Szabolcs

Engolados
desfilan
por la calle principal

Al final de la comarca
tiemblan
los gitanillos

¡Ay!
mi pobre país
Hungría

         Versión de Yolanda Ulloa

Me encuentro conmigo mismo

Como si
cayera
en un agujero negro
que da vueltas
y me fuera de él
al mismo tiempo

Negro capitalismo
que en sus giros
se traga
mi pasado
y mi futuro

Se tragaría también
a Petőfi
al igual que a Ady
y a Attila József

Pero
ellos fueron
vencedores
y salieron de él

Aquí estoy parado
en la puerta
del agujero negro
amarilla la boca
del capital abierto
trasmutada de oscuro

En ella
los partidos
políticos
ninguno
quiere
abandonarla

Arrastran
dando vueltas
los imperios capitalistas

Agujeros negros
atracón productivo
material invisible
a dónde ha ido
mi pueblo
a dónde el homo sapiens

Giran
se esparcen
se condensan

Pero
en pie se pone
alguién
algo
un ser humano interplanetario

Tiene
mi furor
mi tormento
mi poema

Caigo
en el agujero negro
y salgo de él
al mismo tiempo

                  Versión de Yolanda Ulloa

Elegía tercera

                  (A MIGUEL HERNÁNDEZ, POETA)

Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.

Esto escribiste
pensando en las coplas de Jorge Manrique
cuando García Lorca
quien fue tanto
murió cayendo a la tierra.

Ahora el pueblo sin ti batallas libra,
¡ay, Federico García!
Esto lo escribió Radnóti en Budapest.

Esto pasó sesenta y ocho años antes.

Y de nuevo
se enciende el trigo,
se descompone el haz.

¿Dónde están
los muertos,
los comisarios?

Solamente hay silencio,
la nada
como yunque
que pierde su martillo.

Miguel
muere
cada día.

El ayer
no se acabó.

Europa es prisionera del silencio,
el ciprés
apetece más sombra.

                           Versión de Antonio Orihuela



ilustración

Complemento al Manifiesto Comunista

Un espectro blanco
se cierne
sobre Europa.

Los adeptos
a Adolfo
y Benito
se alegran.

Los proletarios
en la escena
nacional
e internacional
se acobardan.

Ruinas oxidadas
son
las fábricas estatales.

Los latifundios expropiados
son ahora propiedad
de los nuevos propietarios.

¿Zumba aún
el violón
de las leyes?

¡Perseguidores del espejismo
poetas
del mundo,
unios!

                  Versión de Antonio Orihuela

András Tabák

(A la hora del ocaso)

A la hora del ocaso
sobre la suave niebla
por el camino se desliza
un trineo, y entra
escurriéndose en el abetal.

Viejo carretero lo conduce,
viejo alazán lo arrastra,
tras su casco
vuela la nieve
mientras se aleja.

En su cuello cascabel
tintinea su voz,
hasta cuando
su tintineo de plata
al fin se muere.

Entonces, de repente,
allá en el crepúsculo
brillas en mí
y tengo que morderme
los labios.

         Versión de Antonio Orihuela

(Tiempo de invierno)

Miré por la ventana la feroz nevasca.
Desde aquí arriba yace el violento tiempo del invierno
y se me ocurre que hace muchos años
uno creía con fe como tantas otras cosas,
si un día aparece el nevazo,
la cruel, tempestuosa helada del invierno,
podría entonces apretujarse con sus amigos
para que nunca se congele su corazón, su alma.

La nieve pues ha llegado,
se presenta el tiempo de hielo.
Pero ¿dónde están los amigos?

                                                      Versión de Yolanda Ulloa

(Vine de lejos)

Vine de lejos y voy lejos,
es seguro ya.
Vine de las aldeas silenciosas de Galicia
y del silencio de hielo de Udvarhely,
marcho por mi camino solitario, largo
hasta la estrella que me rige,
cuando junto a mi abuela
era un muchachito.

                           Versión de Yolanda Ulloa

(A una confesión)

”Me desilusioné – confesó ayer
un viejo conocido de quien
pensé era mi compañero de ideas antaño –
no creeré en nada nunca más,
al hombre no se puede transformar,
pues su naturaleza y su carácter
son innatos y no se transforman.”
”Y tú, ¿cómo te transformaste?” – pregunté.

                           Versión de Antonio Orihuela

(Así nos limpia el alma)

Así nos limpia el alma
una emoción de verdad,
como el viento barre
de la ciudad el smog sofocante.

         Versión de Isabel Pérez Montalbán



ilustración

(Rusia Santa)

Nunca jamás digo yo la palabra:
Unión Soviética. Ahora es Rusia, la santa,
la que era: patria de los caballeros de pogromos, de popas,
de rasputines y de verdugos blancos.
Esto es parte de tu gran esperanza, humanidad.

                                                      Versión de Yolanda Ulloa

(1871)

                           Courbet en la prisión de Sainte Pélagie

Me animan quienes se inquietan por mí,
dicen que no tengo vergüenza, que invierta la capa.
¿Y si lo haría? ¿Qué ventaja tuviera?
Por fuera y por dentro es roja mi capa.

                                                      Versión de Yolanda Ulloa

(Calle B)

Quienes lo quisieron y lo quieren hoy también,
con nosotros en la última década
de este miserable milenio, y quienes
lo hicieron y lo harán mañana también
lo consideran tan natural
como una ley eterna, procedente de Dios,
primigenia o como un cataclismo de la naturaleza,
daños por el granizo, terremoto, sequía
contra la que defenderse es simple tontería,
y quienes nos hacen creer que
es una curva peligrosa pero necesaria
que lleva nuestro camino a la Casa de Europa,
y si no alabarlo, sí saludarlo
vale la pena como una señal de nuestra salvación
aunque quienes lo confiesan, lo dicen y lo hacen,
ni les veo ni están aquí
en la larga fila muda
en la que estoy parado esperando
colocación, socorro o consejo en la sala
maloliente, oscura, llena de gente este anochecer
de invierno, en la oficina del paro, aquí.

                                             Versión de Antonio Orihuela

(Orden de prisión)

                                             noviembre de 1991

Según la reciente resolución
del parlamento checo
que considera
que la propagación
de los principios comunistas
es un crimen
de derecho común
ordenamos
inmediatamente y con efecto retroactivo
el arresto de
el escritor Jaroslav Hašek
el poeta Jiří Wolker
el escritor Egon Erwin Kisch
el poeta Konstantin Biebl
la escritora Marie Majerová
el poeta Stanislav Kostka Neumann
el escritor Ivan Olbracht
el poeta Vítežslav Nezval
el esteta Zdeněk Nejedlý
el poeta Josef Hora
la escritora Marié Pujmanová
el poeta František Halas
el director Emil František Burián
el poeta Vilém Závada
el escritor Vladislav Vančura
el poeta Jaroslav Seifert
el escritor Julias Fučik
porque
durante toda su vida
o
en cierto período
de su vida
podrían ser considerados
sospechosos
de cometer conscientemente
los crímenes arriba
mencionados

                           firmado
                           Jefatura Central de Policía
                           Praga

                  Versión de Antonio Orihuela

(Ahora hay que ser puente)

Ahora hay que ser puente,
puente entre dos orillas,
puente pudriéndose,
puente desplomándose.
Llevar abatido
el pensamiento,
arqueándose
sobre la nada,
del anteayer
al pasado mañana.

         Versión de Antonio Orihuela

(De un ahorcamiento)

Al cuello de Marx anudaron una soga,
cuando su estatua junto con Engels
por decreto han destruido en Budapest.
Al pie del puente Margarita, al lado de Pest.
El alambre lo pusieron obedientemente los obreros
temerosos del desempleo, al cuello
del educador y libertador de la clase obrera.
Pues simbólicamente lo han ahorcado.

Y les obligaron hacer todo esto
”en nombre, del interés y defensa
de los valores cristianos de dos mil años” –
como declaró al día siguiente un orador del partido gobernador
en el Parlamento, en su intervención antes del orden del día.

Los marxistas en ninguna parte del mundo
no han destruido la cruz del camino del Nazareno
ni anudaron soga al cuello de sus estatuas,
pues siempre supieron bien
que el hijo del Carpintero pertenece a ellos.

                                                               Versión de Yolanda Ulloa



ilustración

(Uno aprende a conversar
con el trapo del polvo)

Uno al fin aprende a hablar con los objetos,
con el bolígrafo, con la fiel pero a veces desbocada máquina de escribir
(que por una extraña razón tiene los mismos años que su amo),
aprende a conversar con el trapo del polvo, con las gafas
que siempre se esconden, con la cafetera
refunfuñante y maliciosa, y con una sartén parlanchína
que incansablemente se entusiasma apasionada
y en la que uno prepara por las mañanas su tortilla
mientras la rama del nogal
agitada por los austeros vientos del carnaval golpea
en la ventana escarchada
como si quisiera entrar
para calentarse un poco deseando
una silenciosa, íntima charla en la noche
a la luz de la lámpara.

Así uno se confunde, casi se asusta.
Es necesario, a veces,
aunque sea por pura costumbre,
cambiar algunas palabras con tu prójimo.

                  Versión de Antonio Orihuela

(A una crítica de parentesco)

Regañas sobre el mundo pasado, de la época de Kádár
no poseo hasta ahora ninguna buena palabra aunque tenga que ver que fue mejor.
Pero haces incorrecta la pregunta de que aquél era mejor o lo es éste.
Hazla correctamente: ¿aquél fue peor o lo es éste?
Y sin vacilación puedo replicar de inmediato: éste es peor.
¡Pues debes saber! Que lo que ahora está, nació de ayer.

                                                                                          Versión de Yolanda Ulloa

(Recordando a un año)

Era un año detestable. Año de fantasmas.
De apariciones. Raro y loco.
Que a fin del año vino
El Mes del Calor, aunque el invierno
fue más rudo que en cualquier otro tiempo.
Los muertos salieron de su cripta,
pero no a la cometa de la resurrección,
solamente sonó la corneta de don nadies,
malos cantores, viejos demonios.
El tiempo se dio la vuelta y fue atrás,
y lo que nadie puede ya encontrar entre nosotros
de nuevo: hemos perdido nuestro sueño.
Llegaron feroces hielos, vientos aullantes,
ventiscas, y se heló nuestra alma.
Era un año detestable. Año de fantasmas.
Pero en mí se embellece
el recuerdo: me enamoré de ti.

                           Versión de Isabel Pérez Montalbán

(El fraile de Nola)

         Campo del Fiori, 19. II. 1600.

                                                                                 A Imre Györe

Cuando lo llevaron en carro a la muerte del fuego
Y lo ataron al tronco en la hoguera
Sin tener en cuenta la chusma ladrante
Al fin otra vez se miró a sí mismo
No con Dios – consigo mismo tenía que rendir cuentas

¿Encontró crímenes en su alma?
Solamente crímenes encontró

El sarcasmo soberbio y el desprecio contra los dogmas podridos
El empeño obstinado para poder dudar
El sin perdón contra los ignorantes sabios
La intransigencia contra los poderosos
El odio de brasas contra los ricos

Con calma esperó el fuego ardido

                                                      Versión de Isabel Pérez Montalbán



ilustración

(Aleluya)

Fue aquella Navidad
La del cuarenta y cuatro
La más y más hermosa
Cuando desde la nada
De repente sonó
Aquel fragor de los cañones rusos
Que rompían con júbilo
Un silencio pasado
De un temor antes mudo
Declarando en voz alta
Que nuestra salvación
Llegaba a los umbrales

Abajo en la bodega del carbón
No sólo se escondió mi padre
Huyendo del servicio de trabajo
También una joven judía
aún casi era niña
(No conozco su nombre
Pero quiero decir-creer
Que se llamó María)
Estaba de parto y dio a luz
Un niño entre los ruidos
Triunfales de cañones
Y katiushas soviéticos

Yo tenía seis años
Muy receptivo entonces
A leyendas y a fe
A verbos con encanto
Y a cuentos y creí
Muy dentro de mí mismo
Como un secreto oculto
Y hasta bastante y muy
Tercamente obstinado
Que en nuestra casa, allí
En su sótano del carbón
El pequeño Jesús
Nuevamente había nacido.

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

(La pregunta)

Si una vez ya se cayó
(como dicen para siempre),
entonces ¿por qué este alboroto?
¿Por qué este pánico, terror,
ira y odio día tras día,
el ciego furor y la venganza,
y el rechinar de los dientes?
¿O su fantasma mañana
otra vez recorre Europa?

         Versión de Isabel Pérez Montalbán



ilustración

(La sonrisa)

Hasta hoy es una pregunta capciosa:
¿pudo sonreír el Maestro?
Pudo. En la cena, cuando
Pedro le dijo que sacrificaría
su vida por él, sonrió:
”Me negarás tres veces
¡antes que cante el gallo!”

         Versión de Isabel Pérez Montalbán

(Operación ocular)

Hace dieciséis años creí
que mis nervios no iban a aguantar.
Ahora resulta que son mis ojos
los que no aguantan lo que ven.

         Versión de Antonio Orihuela

(A Kafka)

”Permite que el Demonio entre a tu casa,
luego ya no pide que lo creas”.
Pero nosotros creíamos en el Demonio,
solamente en él, y no en Usted,
el judío de Praga, aunque sabíamos que Usted
conoce muy bien al Demonio.
Hoy ya no creemos en el Demonio,
y él tampoco quiere que creamos en él.
Pues está en nuestra casa y se pone soberbio.

                           Versión de Isabel Pérez Montalbán

SOBRE LOS TRADUCTORES

ANGEL AUGIER (Holguín, 1910 – La Habana, 2010) poeta, ensa­yista, periodista, investigador literario y crítico cubano. Era doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana, con estudios posteriores en el Instituto de Literatura Mundial Máximo Gorki de la Academia de Ciencias de Moscú, una de las grandes figuras de la literatura cubana contemporánea. Era miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, miembro del Con­sejo Asesor del Centro de Estudios Martianos, miembro fundador de la Unión de Periodistas y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y presidente de la Fundación Nicolás Guillén. Ha sido, además, coeditor de revistas literarias cubanas y colaborador de va­rias publicaciones periódicas de otros países. Como conferencista invitado y como becario de la UNESCO, ha viajado por numerosos países de América, Europa y Asia central.

Fue condecorado con la Orden Nacional Félix Varela de Primer Grado y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1991.

Su obra poética se encuentra reunida en una antología publicada en 1980 y en Todo el mar en la ola en 1989.

ELISEO DIEGO (Cuba, La Habana, 1920 – México, 1994), poeta, escritor, ensayista. Fue uno de los fundadores de la revista Orígenes, junto a Cintio Vitier, Fina García Marruz, Octavio Smith, Agustín Pi, Julián Orbón, Gastón Baquero, Angel Gaztelú y Virgilio Piñera. Realizó traducciones y versiones de las más importantes figuras de la literatura infantil en el mundo y fue redactor de la Revista Unión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), donde además realizó labores como miembro de la comisión de publicaciones.

Obtuvo el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra. Recibió en 1988 y 1989, sucesivamente el Premio de la Crítica. En 1992 la Universidad del Valle en Cali, Colombia, le otorgó el Doctorado Honoris Causa. En 1993 recibió la Distinción Gaspar Melchor de Jovellanos que otorgó la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba y el importante Premio Internacional de Lite­ratura Latino­ameri­cana y del Caribe Juan Rulfo.

Gabriel García Márquez dijo: „Es uno de los más grandes poetas que hay en la lengua castellana.”

Obras: En las oscuras manos del olvido (cuentos), 1942, Divertimen- tos (cuentos), 1946, En la Calzada de Jesús del Monte (poesía), 1949, Por los extraños pueblos (poesía), 1958, El oscuro esplendor (poesía), 1966, Muestrario del mundo o Libro de las maravillas de Boloña (poesía), 1967, Versiones (prosa poética), 1970. Noticias de la Quimera (cuentos), 1975, Los días de tu vida (poesía), 1977, A través de mi espejo (poesía), 1981, Inventario de asombros (poesía), 1982, Veintiséis poemas recientes (poesía), 1986, Soñar despierto (poesía), 1988, Libro de quizás y de quién sabe (ensayos breves y prosa poética), 1989, Cuatro de Oros (poesía), 1990, Conversación con los difuntos (traducciones), 1991, En otro reino frágil (poesía), 1999, Aquí he vivido (poesía), 2000, Poemas al margen (poesía), 2000, Obra poética,2003

FAYAD JAMÍS (México, Zacatecas, 1930 – Cuba, La Habana, 1988) poeta, pintor, periodista, diplomático, dirigente cultural, fue fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Fue profesor de la pintura de la Escuela Nacional de Arte, Secretario de Publicaciones de la UNEAC y jefe de redacción de la revista UNIÓN. Fue traductor de Paul Eluard, Attila József y otros poetas.

Exiliado en París en la década de 1950, su obra poética alcanzará momentos de impresionante belleza. Al decir del poeta Roberto Fernández Retamar, Fayad Jamís fue ”una de las sensibilidades más puras de la poesía cubana” y lo considera uno de los poetas más importantes de su generación, en el continente.

Obra poética: Brújula (1949), Los pájaros y el polvo (1954), Vagabun­do del alba (1959), Cuatro poemas en China (1961), La pedrada (1962), Los puentes (1962), Por esta libertad (1962), Cuerpos (1966), Abrí la verja del hierro (1973)

YOLANDA ULLOA (Cuba, La Habana, 1948 – ) poeta y actriz, durante 17 años trabajó como actriz en el afamado Grupo teatro ”Bertolt Brecht” hasta su desintegración en 1990. Desde esa fecha y hasta la presente trabaja como directora y actriz del grupo Teatral ”El Farol” de la Agencia Artística de las Artes Escénicas del Minis­terio de Cultura de Cuba. Cursó estudios de superación profesional en el Instituto Superior de Artes Escénicas de Hungría. Poemas suyos aparecen en nume­rosas antologías cubanas y extranjeras.

Obra poética: Los cantos de Benjamín (1967), Pequeño proyecto para emprender la noche (1983), Techo de vidrio para una cigarra (2004), Silbo del alma (2005)

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN (Córdoba, 1964 –) representante de la poesía de conciencia crítica de España. Ella dice: ”Nunca he creído que la poesía pueda ser una arma cargada de futuro, sino sólo una de las formas de expresión de cada época que refleja el pensamiento y las formas de vida de ese momento histórico. Como la vida no es idílica, es lógico que el creador se haga eco de su entorno, de lo humano y sus trastiendas. El poeta elige huir de la realidad o sumergirse en ella pero, personalmente, no soy capaz de escribir sobre los mirlos trinando en sus ramas mientras tres cuartas partes del mundo sobreviven en la pobreza.”

Obra poética: No es precisa la muerte (1992), Pueblo nómada (1995). Fuegos japoneses en la bahía (1996), Puente levadizo (1996), Cartas de amor de un comunista (2000, reedición 2007), Los muertos nómadas (2001), De la nieve embrionaria (2002), El frío proletario (2002), Noc­turnos de tina (2004), La autonomía térmica de los pingüinos (2006), Siberia propia (2007), Animal ma non troppo (2008)

ANTONIO ORIHUELA (Moguer, 1965 – ) representante de la poesía de conciencia crítica de España, escritor, ensayista, inves­tigador, doctor en Historia por la Universidad de Sevilla. En el campo del ensayo, cabe destacarse, La Voz Común: una poética para recuperar la vida (2004). Coordina los Encuentros de Poetas Voces del Extremo, de Fundación Juan Ramón Jiménez desde 1999. Obra poética reunida: Para una política de las luciérnagas. Antología poética (1995-2005), últimos libros de poesía: Comiendo Tierra (2006), Tú quien eres tú (2006), La ciudad de las croquetas congeladas (2006), Durruti en budilandia (2007), Que el fuego recuerde nuestros nombres (2007), La destrucción del mundo (2007), Narración de la llovizna (se­gunda edicción 2009), Madera de un solo árbol (2009)

SOBRE EL ILUSTRADOR

HUBA BÁLVÁNYOS (Hungría, Budapest, 1938 – ) artista gráfi­co, profesor, condecorado del Premio Mihály Munkácsy, Albert Szent-Györgyi, József Eötvös, Medalla Monte dei Paschi di Siena. Tuvo 120 exposiciones individuales. De 1963 a 1972 enseñaba en la Escuela Superior de Arte de Budapest, luego en la Escuela Superior de Magisterio como jefe de cátedra del dicho instituto. Actualmente es profesor emeritus de la Escuela Superior de Magisterio.




ISSN 1216-18-61
ISBN 978-963-89346-0-4

Felelős kiadó Simor András

Felelős szerkesztő Tabák András

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